martes, 31 de diciembre de 2013

http://www.facebook.com/l/MAQFyJ3tq/www.ivoox.com/8-programa-moments-amb-tessa-mas-30-11-13-audios-mp3_rf_2680652_1.html
Programa de Radio Molins de Rei, que se puede escuchar siguiendo el enlace. Hablamos de proyectos, realidades presentes, con lectura y buena música de fondo. 

domingo, 24 de noviembre de 2013

No pienses en derrotas (poema)



No pienses en derrotas.
Amémonos, no pienses en derrotas
no pienses en finales ni escondas tu alma en un albornoz de raso,
amémonos porque ahí  fuera está la selva
y mi respiración ahogada reclama tu respiración ahogada
como náufrago que vela las entrañas de su isla.
Si aprecias el instante, las gacelas despavoridas,
si no te intimidan mi fuerza y mis desgarros
acepta el frágil equilibrio de los músculos
antes de rendirse a la telaraña ardiente de mis brazos
el frágil equilibrio del aire que mece y que quiebra
tú eliges, desnudo ya de albornoces
la fuente de misterio que sacia
como una madrugada al borde de la luna.
Amémonos, hay fuera está la selva
y siempre hay otra música para los oídos atentos
siempre hay otro canto de lluvia y hojas tiernas.

jueves, 17 de octubre de 2013

Contando.

Siempre fui aficionada a contar cuentos, pero en los últimos tiempos se me pasan las horas contando monedas. Y no es avaricia, os lo aseguro. Tampoco es un hecho extraordinario: soy una más entre los hombres y mujeres de este país obligados a meterse a fondo en los presupuestos generales de su propio y pequeño estado, que ve mermados sus caudales día tras día.
Entre las cifras y las letras, siempre preferí las letras, aunque eso de contar viene de lejos. De pequeña solía contar los guisantes del plato apartándolos con un tenedor, uno a uno, formando pequeños montones que luego deshacía de forma resignada y obediente, triturándolos entre mis dientes mientras me acostumbraba a aquel sabor a verdura dulce y escurridiza.
Ahora no cuento guisantes, sino monedas, incluidas las esmirriadas, antipáticas monedas que apenas son un poco más grandes que una uña.
"Son fabas contadas", es un dicho catalán, un axioma que hace relación a algo escaso y claro. Si tienes un puñado pequeño de habas, no puedes hacer mucha comida. La lógica es aplastante, y creo que se puede aplicar a lo que está ocurriendo en este preciso instante.
¿Qué ocurre con la economía, la doméstica y la "otra"? Esa voz resignada y sabia te dará la respuesta:
"Son fabas contadas". En varios sentidos son fabas contadas. Pero son mis fabas. El dinero no se evapora, por más que a veces parece tener esa cualidad fatalmente mágica, inexplicable. El dinero que yo pierdo no se evapora con la facilidad con que lo hacen mis-tus sueños de confort y justicia. Mi dinero es robado con descaro por infames cuyo rostro conozco y por otros tan infames como ellos que se esconden en los consejos de administración y en los bancales donde crecen guisantes con la cara de un rey la cruz de un obrero.
Son hermosos los guisantes, planos y con manchas que recuerdan las del test proyectivo de Rorschach, aunque éstas son asimétricas. Manchas que dibujan el mapa precipitado de Europa en garabato junto a una cifra que deprecia la confianza en esos contables con carrera, poros y narices abiertas para detectar el olor a oro, a cobre, a miedo, a calcetines, a baldosas.
Y nosotros, guisantes escurridizos y dulzones, vamos formando rimeros, agrupaditos en un rincón del plato, cocidos y encogidos y mirando el tenedor con los ojos secos y aterrorizados.
Y es que nadie está a salvo de la gula de los contables.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Azar de mis azares.
Azar de mis azares, te dejo un sueño 
de luceros jugosos como hematíes
de sonrisas que paran flechas hirientes,
de palabras alegres como tiovivos.
Te dejo mis certezas, y algunas dudas
para arropar tus noches con terciopelo
para alcanzar tu frente, el limpio espejo
que refleja universos aún sin arrugas.
Frecuenta tus pupilas el brillo ansioso
del amor sin dolores y sin medida
la esperanza que abre puertas al alma,
fuerzas que no doblegan las decepciones.
Veo en tu semblante la llama viva
de ideales profundos como los nardos
y el futuro que anida bajo tu pecho  
como flecha y destino inaplazables.
Pero no tengas miedo, todo regresa
en eterno retorno, nada se pierde
y la espiral del tiempo levanta hombres 
para tramar ciudades, hijos y gloria.
Azar de mis azares, te dejo un sueño
como te di cabida en mis entrañas
y besos que curaban como jarabes
y pintaban carmines en tus mejillas.
La vida es desafío, debes amarla
con los ojos abiertos y los pies firmes
pues todo ya fue antes, y sin embargo
las huellas se han borrado de los caminos.
Regresa cuando quieras, aquí estaré
con más dudas si cabe, y esta certeza:
cada gota de sangre fluye en tus venas
con la fuerza invencible de los afectos.

lunes, 19 de agosto de 2013

Amo mi casa.








Querida casa: Nunca te dije que te amaba porque me parecía innecesario, o cursi . Al fin y al cabo eres sólo una estructura hecha de ladrillos y de otros materiales, ignífugos o no, que forman tu esqueleto y tu carne dura reforzada con argamasa de cemento. Un compendio de vidrios, tochos, cal, cemento y esfuerzo colectivo, al que no prestaba demasiada atención, como no se presta atención a lo que se considera un derecho.
Sin embargo, casa mía, eres el núcleo en torno al cual gira parte de mi vida, y tus habitaciones son los órganos de ese cuerpo que me arropa, me acoge y me secuestra como los amores reñidos a los que siempre vuelves.
Órganos por los que deambulo, a los que visito y reconozco como propios, como ventanas de mi alma que se abren cada día para airearme.
Te imaginé ya hermosa cuando eras apenas un rectángulo de tierra con una palmera en el centro y las malas yerbas te invadían como un sarampión verde. Pero aún no eras tú, había que levantar tus cimientos, porque toda obra con vocación de permanencia debe tener los cimientos bien asentados.
Por fin eras algo más que una promesa, una promesa a escala, un laberinto de líneas sobre plano y unos tributos municipales. Fue un parto difícil, con hierros, grúas, albañiles y arquitectos. Naciste de pie, y tu cabeza se irguió orgullosa mirándome desde tu altura ministerial.
Te llevaste, es cierto, parte de mi tiempo, de mi tranquilidad, de mis uñas, como un hijo déspota. Me pediste dedicación exclusiva, como un amante celoso.  Te vestí, te acicalé, aireé y sacudí todos tus rincones, puse orden en tus cuartos, porque una casa en orden ayuda al propio orden interior. Al menos a mí me ayuda. Será porque estoy hecha de rincones caóticos y desordenados.
Pensaba en voz alta por los pasillos, de puro contenta, te hablaba como se habla a veces a las plantas, como se habla a los animales, a las personas, cuando esperas sólo que te escuchen.  Tú eras la escuchante perfecta de mis desvaríos, tan comprensiva como una abuela.
Pero no calculé tu poder y tu fascinación, no podía adivinar de qué materia estaba hecha tu fuerza. A punto de salir, me quedaba de pronto escuchando una música que parecía brotar de una garganta de finas cuerdas melodiosas, afinaba el oído y me dejaba enredar en aquellos arabescos sonoros, tan dulces y alegres como el sonido de un arpa. En aquella luz blanca como el velo de una novia, que se derramaba  como un bálsamo luminoso por el comedor. En la fragancia marina que respiran tus poros de ladrillo y que exhalan después tus paredes y tus balcones, llenos de petunias moradas y fucsias.
Cualquier excusa servía para quedarme: perdía las llaves- sí, soy de ésas que siempre pierden llaves- o me acordaba de que había dejado abierta alguna ventana, o una luz encendida, y esta ventana abierta, o esta luz encendida, eran las redes que me tendías para retenerme, para que volviera a ti, a ovillarme en el sofá y dejar que la vista se perdiera distraída en tu piel de colores pastel, en las queridas fotografías o en tus espejos, que tiraban de mí desde su centro transparente.
Querida casa, sé que tú también me amas, aunque seas aparentemente fría y mineral, sé que me envías guiños de ternura con esos rayitos de sol que acarician mis mañanas,  y en las noches de tormenta te mantienes firme, me consuelas con tus brazos robustos, con tu respiración caliente y sosegada. Y cuando la lluvia arrecia y golpea en la claraboya, en las ventanas o el tejado, te imagino sorteando el temporal como un barco en el océano, apartando los rayos de mi como un inefable dios del hogar.

(Imagen tomada de internet)

lunes, 12 de agosto de 2013

Perdí medio poema.
Perdí medio poema por ahí
sólo medio poema
del que recuerdo apenas el comienzo.
Decía así: “Recordadme que un día, antes de que me vaya”…
Y lo demás se perdió.
Confío en que alguien lo encuentre y lo complete;
sería hermoso, ir por la calle y tropezar con medio poema.
Sería un hallazgo, un hecho mágico.
¿Y si lo encuentran dos viejitos que se aman,
o un empleado del Mc’Donalds
o alguien que está en el dique seco?
Quién sabe. Tal vez sirva de algo.
Espero que lo adopten
como a un perro chiquito,
que lo dejen crecer, lo alimenten con sonrisas
o lo rieguen,
como a la flor del principito
en este extraño planeta
tan y tan prosaico. 

lunes, 10 de junio de 2013

Espuma fugaz



 
 Estuve en el centro del dolor.
Allí no hay mariposas.
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Antes de ser una promesa de aromas
la rosa es un vértigo que seduce.
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La amenaza de la belleza es su extinción. Y su grandeza.
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Entren sin llamar. Todos caben en la noche.
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Estoy confusa. Hay señales como raíces
que rompen surcos,
pero estoy confusa.
Vibraciones potentes llenan el aire
el alma de las campanas es transparente
como luz de plenilunio.
Mi alma es un laberinto de luces rojas
como la sangre.
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Sentada en el borde de un tejado
soy gata vigilante.
 Soy animal que trepa al abismo
de las entrañas
y sólo escucha su propio grito ancestral.
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Escalo muros de yedras trepadoras
Caigo al suelo, otro muro.
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La oscuridad nubla mis sentidos.
Estoy perdida como quien busca un espejo.







domingo, 21 de abril de 2013

Imágenes de la firma de ejemplares de "Los tulipanes son siempre un buen comienzo". 18 de abril de 2013




Imágenes de un gran día que supuso mi bautismo de fuego en este incierto mundillo literario. Fue con motivo de la presentación pública de mi novela. Emociones, y también la calma y la alegría que suponen el reconocimiento de un gran esfuerzo.
El fuste del escritor se templa en la escritura, pero es la comunidad de lectores la que ofrece una visión cósmica de ésta, la que completa y redondea las diferentes propuestas del texto y permite que esos momentos de reflexión creativa cobren un sentido universal.   

martes, 2 de abril de 2013

Presentación de "Los tulipanes son siempre un buen comienzo"


El día 18 de abril a las 20h tendrá lugar la presentación de mi novela "Los tulipanes son siempre un buen comienzo" en la biblioteca municipal de Pineda de Mar. Me acompañarán la Regidora de Cultura Sonia Moraleda, la escritora Patricia Martinez de Vicente y el actor y dramaturgo Jose Maria Paraje Usandivaras.

(Se ruega confirmar asistencia).


" Verano de 1999. Un siglo acaba y otro comienza. Joyas y cerezas. Falsos brillos tras los que se esconden los verdaderos sentimientos. Amor, sensualidad y tarjetas de crédito.

Un padre y un hijo que comparten poco más que el nombre – Augusto- y el apellido, se enfrentan por el amor de una mujer, Lucía. Se admiran y se detestan, se necesitan y se hieren, intercambian sus papeles, pues se cuestionan continuamente cuál es su lugar en el mundo. En la novela, el padre y el hijo irán descubriendo su propio camino." 


lunes, 18 de febrero de 2013

Y más poesía

Si ves tus propios gestos en tu hijo
como ven otros los gestos de tu padre en ti,
alaba esa bendita cadena
que une como un hilo invisible
los corazones de los que se aman
más allá de la sangre.
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Las lágrimas abren caminos insospechados,
descubren en el propio rostro las verdades
que atenazan la garganta.
Hay belleza en el dolor que aflora
pues todo dolor busca su estrofa
y el dolor que se esconde
clama como un viejo violín desafinado.
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En esa ventana que da a la calle silenciosa
encuentras un mundo ajeno y próximo al que se rinde tu mirada.
En ese cristal empañado adoras la vida
como adoras la luna reflejada en un pozo.
Si miras al cielo, verás la luna llena,
si miras al pozo, sólo verás su reflejo.
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¿Qué dirían los viejos poetas si se encontraran de pronto
ante tanta distracción gratuita, y tanta bagatela,
nadería y egocentrismo amparado en el anonimato?
¿Qué diría Machado, o Lorca, o el poeta Rumí, Gustavo Rojas, Miguel Hernández,
Adrienne Rich, Omar Khayyam, Ibn Al'Arabí, Milton y tantos y tantos otros
ante al apabullante información banal y pueril que nos asedia, ante tanto desastre
envuelto en burbujitas de colores?
Creo que cogerían un buen libro y se sentarían sobre la yerba fresca
sin otra intención que la de vivir sin buscar orden en el mundo.
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jueves, 7 de febrero de 2013

Hablemos de poesía




¿Quién puede decir si un poema es bueno o malo?
Nadie puede saberlo a primera vista.
Si un poema es la llave que abre la caja fuerte del corazón
y revela secretos inauditos
entonces, es un gran poema
con independencia de su rima, o de su autor.
Si produce extrañamiento o zozobra, alegría o emoción sublime
entonces, es un gran poema
y te pertenece por entero a ti, lector
aunque en tu vida hayas escrito una estrofa
o seas perezoso, o las letras te produzcan mareos.
Aunque seas de los que piensan que los poetas
son niños que hablan como locos
o locos que hablan como niños.
Aunque tu vida sea prosaica (como la mía, al fin y al cabo)
y llegues a fin de mes con un pie en el abismo.
Aunque la cólera de las noticias incendie tus neuronas
y creas que te están robando verdades como puños,
aunque comprometan tu vida seres sin rostro que transitan ocasos
y en medio de la confusión te agarres ferozmente
a una tableta de chocolate, al maldito tabaco
o a la barra de un bar cutre,
este poema te pertenece si te produce extrañamiento
o zozobra, alegría o emoción sublime.
Se disparó la flecha. Si te acertó, es bueno.  

martes, 5 de febrero de 2013

Fragmento de "Los tulipanes...."


La esfera del reloj se abombaba. Una mezcolanza de aromas lo envolvía en el brumoso paraje de los sueños mientras sonaban los acordes del “Benedictus”, de la “Misa in angustiis” de Haydn en los auriculares que su padre llevaba en las orejas.
- ¿Te vas a morir ya?- le preguntó Augusto con una mezcla de terror y alegría.
- Cuando yo me muera, me moriré para toda la vida- le dijo su padre, acariciándole de nuevo la cabeza y borrándose de su sueño.
Así fue como despertó. Despidiéndose poco a poco de aquellos deliciosos monstruos que escenificaban su tragedia y sus cuitas como púgiles en un cuadrilátero que se desmantela poco a poco, dejando un rastro seco y espeso en la lengua, mientras los primeros rayos del sol invaden la habitación y se funden en los párpados pesados.
De ese sueño, como de la mayoría de los sueños quedaba muy poco, pues una buena parte había sido rastrillada eficazmente hacia el oscuro rincón del olvido. Y ahora sólo le quedaba, fresca e inestable como un flan de gelatina, la imagen de aquel niño que esperaba con paciencia la claudicación, el descuido o la muerte del padre para robarle su hermoso reloj de pulsera, y detalles en apariencia banales pero cargados de significado, como los zapatos lustrosos, que brillaban con el fulgor repentino de los petardos de la víspera de San Juan, y el olor del prostíbulo en su ropa, y ese gesto familiar y tantas veces repetido de rascarse el dorso de las manos. 

lunes, 28 de enero de 2013

Nuevo fragmento "Los tulipanes...."



…. Sin embargo, estos objetos funcionaban también como una advertencia para ella: “Es mío”, parecían decir las máscaras africanas, las pequeñas pirámides de ónice, repitiendo las voces de sus dueños. “Se mira pero no se toca”, decía aquel pisapapeles de Clichy que siempre soñó con poseer, un cristal redondo y pesado dentro del cual había un gran fresón rojo como la sangre, de aspecto tan exquisito que daban ganas de comérselo. ¡Cuántas veces estuvo a punto de estampar la brillante bola contra una piedra y comprobar que conservaba el aroma y el sabor de una fresa verdadera!
La casa grande, la de los amos, tenía un horno en el que se cocían panes, y una vitrina llena de libros de Historia del Arte, y una Olivetti que tecleaba el señor Ribó con sus dedos de rey Midas, mientras en el otro extremo de la habitación uno de sus hijos, de la misma edad que ella,  tocaba la flauta dulce mientras miraba por la ventana con sus ojos de perro braco. Este chico, el de los ojos de  braco, sangraba a menudo por la nariz, y la perseguía por el jardín para levantarla las faldas. El de los ojos siempre brillantes como brasas la espiaba por la mirilla de su habitación de enfermo crónico, y el de los ojos de ratoncillo le dio un día un buen mordisco en el carrillo porque, apenas se descuidaba, ella le quitaba las patatas fritas del plato y se las comía. El mordisco le dolió, pero no tanto como para no volver a repetir esa acción, porque nunca unas patatas saben tan buenas como las robadas. 

jueves, 24 de enero de 2013

Fragmento de "Los tulipanes....."


Metió las manos en los bolsillos y de forma mecánica fue deslizando sus dedos entre las monedas, como si los introdujera en un baño de parafina. Ahora el dinero de plástico había sustituido al de uso corriente, y apenas utilizaba monedas o billetes. Las monedas eran casi un residuo de su pasado, de ese pasado en el que  tenía cosas más sólidas a las que aferrarse.
-Ustedes, los hombres de leyes, hacen que todo parezca enrevesado y a la vez sencillo- dijo Lucía, a su espalda. ¡Maquillan tan bien las palabras con los latines y los derechos y los artículos del Código Civil!
D. Augusto no respondió. No serviría de nada, pues pensaba lo mismo. Durante los treinta y cinco años que llevaba en el ejercicio de su carrera no le había temblado el pulso ni una sola vez al emitir un veredicto. Se había hecho un corazón y una cabeza a la medida de su cargo; tal vez aún quedaba en él la huella borrosa de cierta piedad disimulada por el silencio burocrático y servil de los juzgados. Pero no recordaba sensaciones asociadas a esa frigidez espiritual. Simplemente, dejó que su corazón se corrompiera. Se recreaba en una envolvente seguridad como si estuviera blindado, o como si se elevara planeando ligero por encima del bien y del mal. Desde esta posición, el infortunio ajeno quedaba reducido a la mínima expresión, y le parecía anecdótico, ridículo y sobre todo, lejano. Sí, la vanidad le inflaba como un globo, dentro del cual podía alejarse de las lamentables desgracias cotidianas.


viernes, 18 de enero de 2013

Fragmento de "Los tulipanes son siempre un buen comienzo"


Lucía dio un paso al frente como si se dispusiera a salir. Su mirada se había ensombrecido. Observaba con atención al hombre que tenía delante, aunque  no era la primera vez que lo veía. De nuevo le pareció una persona excéntrica, solitaria, que poseía una elegancia marchitada por el escepticismo y la impaciencia.  Llevaba un traje gris claro y parecía refugiarse en la holgada chaqueta, navegar en las profundidades de las costuras y en la instantánea suavidad del forro, y de alguna forma su esqueleto se presentía a través del traje, en una penosa intensificación de su flaca anatomía. Poseía un rostro enteco, anhelante y áspero que sugería una implacable actitud de avaricia. Un rostro algo feo, aunque con una fealdad interesante, al estilo de los feos del Hollywood de su época, de un Belmondo, o un Anthony Queen.

Lo que él creía haber vivido hasta entonces con las mujeres era algo parecido a un choque, un brusco encontronazo en el que, irremediablemente, uno de los dos o los dos a un tiempo perdían algo. En cambio, con Lucía se abría una posibilidad de encuentro. La armonía, la suave persuasión de la belleza le permitía abandonarse sin reticencias. Nadie ama la belleza con el entusiasmo de un feo. Y él lo era, poseía una fealdad oscura, avarienta, unos ojos hundidos que transmitían una impúdica necesidad de dominio y una boca formada por unos labios brillantes y lujuriosos. Era delgado, y aunque antaño fue un musculoso campeón de waterpolo, ahora toda esa fibrosa anatomía se aflojaba; para contrarrestarlo, él se  obligaba a mantenerse erguido, fantaseando con la posibilidad de permanecer por siempre lozano. Para su consuelo, poseía una agilidad sorprendente para desplazarse de forma inadvertida, casi con la impunidad de un fantasma.
La mayoría de las mujeres le habían rechazado de forma instintiva- excepto su esposa ya muerta, a quien seguía recordando siempre afligida, y sin otra cosa que ofrecerle aparte de su existencia anodina-. Esto le provocaba un desánimo y una tristeza de los que procuraba evadirse con las continuas actividades a las que le obligaba su profesión.


miércoles, 16 de enero de 2013

Nuevo fragmento de "Los tulipanes....


Audaz como si hubiera sido agraviado, continuó su excitante persecución, abandonando la playa. La vio pasar por las calles de baldosas relucientes y por plazas que desprendían un profundo aroma a raíces, a tierra y a estercolero. Ella seguía caminando sin saber que dos hombres sufrían por ella. Al llegar a una floristería se quedó observando los cubos de flores y las macetas que llenaban parte de la acera. Un hombre joven que acababa de salir del establecimiento le dedicó una amplia sonrisa y luego le regaló una rosa sacándola de uno de los cubos de cinz llenos de flores a rebosar. Ella agradeció el regalo depositando un beso en la mejilla del hombre. Acercó la rosa a su nariz y la olió profundamente.
Sus cuerpos se habían acercado bajo las  guirnaldas de jacintos y siemprevivas que serpenteaban sobre sus cabezas. No había tulipanes, o al menos él no podía ver ninguno desde el lugar en el que se encontraba. En cambio, en la larga mesa situada en el centro, las flores de azahar se apretaban en un jarrón como pensamientos atropellados; cabezas decapitadas de crisantemos componían una corona tupida y redonda en el escaparate.  Lucía estaba feliz en aquel lugar. ¡Le atraían tanto las flores, que vendía besos a cambio de una triste rosa!

Augusto notó el latigazo de los celos golpeando insistente. Le daba rabia sentir tanto amor desperdiciado, que hasta la saliva le sabía a ceniza. Sorprendido en su infelicidad, se abandonó  a este nuevo sufrimiento que le dejaba una señal silenciosa, el vivo escozor de una quemadura que deja huella en la piel y en la memoria.

Un ligero e incontrolable temblor en los labios le puso sobreaviso. Sabía que si se dejaba llevar por su instinto estaba perdido. Lo que conocía de sí mismo le mantenía alerta, y lo que desconocía le asustaba.

lunes, 14 de enero de 2013

Entrevista en Radio Pineda


My new sounds: Entrevista en Ràdio Pineda http://t.co/YkFb9gaHon #SoundCloud
Entrevista en Ràdio Pineda
soundcloud.com
En esta entrevista hablo de mi novela "Los tulipanes son siempre un buen comienzo" de forma amistosa y distendida con María Josep Hernánd...


 

miércoles, 9 de enero de 2013

Fragmento "Los tulipanes....






“Ahora las cosas se insinuaban sin llegar a concretarse del todo,  se ahogaban en la maraña de sobrentendidos,  en el hondo cajón del absurdo. Los silencios expresaban más intenciones que las propias palabras. Augusto empezó a hacer gala de una irritante sensibilidad, de una fastidiosa fijación por el detalle. Algunas veces  pensaba que Lucía era el trofeo de su padre, el coleccionista de casas, de coches, de criados, de sellos, y ahora también de electrocardiogramas. El emperador, con su toga de color púrpura, su corona de laurel y los demás atributos que corresponden a un verdadero César regresando de su periplo por Egipto”

http://micromecenatge.lacomarcaledicions.com/productes/los-tulipanes-son-siempre-un-buen-comienzo

Fragmento de "Los tulipanes.....


“A su alrededor, podía observar una pequeña muestra del denominado “tejido social”, desde el parlanchín que no paraba de hablar por el móvil, hasta el buscavidas, el que no tiene más remedio que vivir, o malvivir, de su arte,  hasta el chaval que se esconde en el baño para fumarse un porro, o el sudoroso padre de familia que se afloja el nudo de la corbata y posa su mirada triste y melancólica sobre las nalgas prietas de una chica con tejanos cortos. Después de todo, no tenía tan mala suerte. Podía estirar discretamente sus largas piernas y ocupar una parte del pasillo, o bien podía ceder su asiento a aquella señora mayor que esperaba ansiosa una plaza. No tenía mala suerte, pues no viajaba en transporte público por necesidad, sino por gusto.
Miró por la ventanilla. En el tren, las prisas se diluían en el tono suave del atardecer que coloreaba el agua con un esplendor somnoliento. Había que estar muy atento para descubrir el elemento perturbador, la china en el zapato, el espacio vacío entre los dientes, la fatiga y la ansiedad. Apenas una sombra en las miradas, apenas un movimiento oscilante, una palabra de queja o de duda  daban la medida del enorme esfuerzo que supone la vida”.


miércoles, 2 de enero de 2013

fragmento de "Los tulipanes siempre son un buen comienzo"




“…Esta desmesura era precisamente su mayor atractivo. Sus pechos, que rebosaban ampliamente las medidas de la blusa y del clásico corsé de su época, parecían mirar desde arriba con el descaro de una raza hecha para los placeres, la admiración y el escándalo. Don Augusto adoraba a su bisabuela, que murió cuando él tenía seis años. La consideraba una especie de madre universal de toda la especie femenina”.


Novela "Los tulipanes siempre son un buen comienzo"


“-¿Cómo es que un flaco puede llegar a sudar tanto?- le dijo un día a Felisa.
-Usted no suda, se acalora, si me permite que le diga.
- ¿Me está diciendo que soy fogoso, Felisa? ¿Fogoso como el que va buscando bragas en el metro, o tetas en la playa, fogoso como el que se asoma con descaro al escote de su secretaria, fogoso como  John Malkovich en aquella película…
Ella bajó la mirada, tan gazmoña, tan aparentemente virginal y modosita, mirando uno de sus relojes- llevaba uno en cada muñeca- el más pequeño y modesto, tan anticuado que parecía un regalo de su primera comunión”.

fragmento "Los tulipanes siempre son un buen comienzo"


Llegaron hasta el cerezo, que aparecía iluminado con una tenue luz que provenía de unos plafones cuadrados encerrados en pequeños nichos en el suelo.
- Mañana mismo mandaré cubrir este árbol- dijo D. Augusto, alzando la cabeza para contemplar el exuberante manto vegetal y aéreo- De lo contrario, los pájaros acabarán por dejarlo pelado. Y eso no sucederá de ningún modo. ¡Nos daremos un festín de cerezas!
Los ojos del magistrado brillaban en la oscuridad del jardín, y adquirieron de pronto la fijeza hipnótica de los de un búho. Se contenía porque tenía miedo de su pasión. Sus labios apretados manifestaban la violenta resistencia de su interior, su apego a la vida y sus dones, que se ofrecían con aparente sencillez como los frutos maduros del árbol que se erguía robusto y concupiscente como el árbol del paraíso. Deseaba que ella hablara, que le diera la réplica para borrar la absurda tristeza que brotaba de lo hondo de su pecho.