Noviembre se adelantó en este poema que guardaba a medias de escribir y que hoy recupero.
Respiración asistida
A principios de noviembre
cuando los ciclistas se deslizan en sus cortezas de aire,
las cunetas vuelven a la memoria del agua
los caquis se encarnan
y las golondrinas se africanizan con plumaje de ida y vuelta.
Quién sabe del desgarro de las moreras
o de la soledad adusta del cuervo en su estómago acechante;
quién curará las caries de las fachadas centinelas
o escuchará los versos de los ríos temerarios
qué será de los guardianes de la tórtola y de la lagartija
quién afilará el oído de la tierra oscura,
y quién bailará las danzas que lleva en la tripa la montaña?
Sólo puedo añadir que a principios de noviembre
los bosques se hunden en mis costillas
y me respiran.
(En la imagen, campos del Maresme en otoño)