viernes, 11 de octubre de 2019


Nocturno

La noche eleva sus murmullos
en oscuras capas
en cerraduras inviolables.
Está la ventana abierta
en el aire, los jazmines.
Los secretos del alma
se deslizan entre mis párpados
que tiemblan de sueño.
Comprendo y olvido
el libro de signos
anterior a la palabra.
La noche me ungió
para abandonarme en su silencio temible
líneas que trenzan cristales en la piel de la serpiente.
Estoy a merced de lo oscuro.
Cae como piedra la noche en mi corazón
llega hondo
el rojo disparo
de los cielos negros.
Amo la continuidad de las luces
que cuelgan como guirnaldas de la montaña
con sus casitas ahora dormidas
y el pudor de sus habitantes, que cierran gabinetes.
Noto en mi cuerpo el movimiento del agua.
El mar llega hasta mí con su lascivia
y turba mis sentidos como lengua violenta.