Nocturno
La noche eleva sus
murmullos
en oscuras capas
en cerraduras inviolables.
Está la ventana abierta
en el aire, los jazmines.
Los secretos del alma
se deslizan entre mis
párpados
que tiemblan de sueño.
Comprendo y olvido
el libro de signos
anterior a la palabra.
La noche me ungió
para abandonarme en su
silencio temible
líneas que trenzan cristales en
la piel de la serpiente.
Estoy a merced de lo
oscuro.
Cae como piedra la noche
en mi corazón
llega hondo
el rojo disparo
de los cielos negros.
Amo la continuidad de las
luces
que cuelgan como
guirnaldas de la montaña
con sus casitas ahora
dormidas
y el pudor de sus
habitantes, que cierran gabinetes.
Noto en mi cuerpo el
movimiento del agua.
El mar llega hasta mí con su lascivia
y turba mis sentidos como
lengua violenta.