Comienza la mañana con un canto
Antes del café,
con el último sueño entre los dientes
renueva tus promesas
como un blues en los párpados
que retozan.
Visita mis neveros
mis volcanes
mi tierra devastada.
Me rompo de cintura para abajo
me hago un nudo o me aferro a mi alma
como al rostro de mi padre.
Todavía el viento hace su trabajo
en las cariátides, todavía la lluvia
meticulosa rellena cisternas de lágrimas.
Comienza la mañana con un canto
que despierte a la niña sin ruido.
Es frágil el andamiaje que tira de mí hacia la luz.
Las nodrizas han dejado este papel de seda
que silba en mis entrañas como un feto
y un vendaje sucio, y un pájaro asistente en la ventana.
Ven y derriba las columnas de este templo de sangre
de este rostro cegado por lirios muertos.
Despediré a las tejedoras de sombras,
haremos un ovillo de caricias
le diremos al sol que nos espere.