sábado, 7 de julio de 2018



Julieta no se detiene



En sus ojos crédulos brilla una promesa redonda

un satélite que orbita los siglos.

Y son pestañas, fragilidad, cuchillo

las frondosas capas de los que se aman.

No hay tristeza en sus axilas, sus bocas vuelan

sin importar los truenos.

Las fisuras, los rostros demacrados, para después

sólo hay antes para ellos, ahora y siempre.

Qué sacerdocio, qué estragos de dedicación y de apertura

En rodeos de plumas se comen y se beben

abocados a la leyenda del ángel sin piedad

del martirio del jazmín que marchito, canta su aroma

desflorado.

Detonación de seda, sus pechos en precario.

Lluvia vaporosa fumiga sus corazones.

Julieta inicia el drama sin vencimiento,

ahonda en cielos que disparan

las redes febriles de las amapolas.