sábado, 28 de noviembre de 2009

"Aprendizaje o el libro de los placeres". Clarice Lispector
Hay un diálogo sugerente entre Ulises y Lori del que extraeré de momento unas cuantas frases, y dejaré para más adelante muchas otras, pues me parecen llenas de contenido y muy clarificadoras.
....."No hemos amado por encima de todas las cosas. Hemos amontonado cosas y seguridades por no tenernos el uno al otro. No tenemos ninguna alegría que no haya sido catalogada. Hemos construido catedrales y nos hemos quedado del lado de afuera, pues las catedrales que nosotros mismos construimos tememos que sean trampas".....

Creo que, una vez más la autora nos está hablando a través de su personaje de la pérdida de la inocencia y la incapacidad para disfrutar de lleno de lo que realmente importa. De vez en cuando volvemos los ojos a la Naturaleza como si deseáramos que ésta viniera en nuestro auxilio, y hacemos bien, pues sólo en las verdades sencillas encontraremos alguna respuesta que nos calme. En los ciclos de las estaciones y en las cumbres de las montañas, en la impetuosa densidad oceánica hallamos algo nuestro que creíamos perdido, pues la sal del mar, algunos de los minerales que forman las piedras, las oscilaciones cíclicas, las mareas altas y las mareas bajas, forman parte de nuestra naturaleza, aunque a veces parece que lo hayamos olvidado.
Nos envuelve a menudo tanto ruido y tanta furia y tanto extravío catódico y tanto fichaje desorbitado, y tanto exceso de palabrería, y tanta falta de palabra, y tanta gripe fantasmal, y tanto cuervo, y tantos nudos, y tanta impunidad y mujeres al borde de la vida o al filo de la muerte, o en la muerte misma, que ni siquiera nos permitimos dudar de que todo puede cambiar, de que no somos seres pasivos, hojas que el viento arrastra hacia jardines vedados donde seguiremos siendo únicamente alfombra, o perrito faldero. Olvidamos por momentos que somos seres espirituales, pero no irreflexivos, que se nos atragantan los dogmas y algunas sotanas, no todas por suerte. Que callamos porque la valentía y la fidelidad a uno mismo se suele pagar cara, aunque siempre vale la pena pagarla.