miércoles, 8 de septiembre de 2010

Mentiras y otras delicias- parte I-

"No le contó nada a Gloria porque de un modo general mentía:tenía vergüenza de la verdad. La mentira era mucho más decente. Pensaba que la buena educación es saber mentir. También se mentía a sí misma, en un devaneo volátil dentro de la envidia a su compañera. Gloria, por ejemplo, tenía inventiva: Macabea la vio despedirse de Olímpico besándose la punta de sus dedos y arrojando el beso al aire como se suelta un pajarillo, cosa que Macabea nunca hubiese pensado hacer" Clarice Lispector: "La hora de la estrella"
Me encanta esta ambigüedad de la protagonista. Este baño en aguas profundas y cenagosas para aparecer espléndida y limpia., ella , la infeliz Macabea que no sabe que es infeliz.
En eso consiste la mentira, alguna clase de mentira, al menos, en practicar un leve corte en la superficie brillante y resbaladiza de la verdad y extraer su núcleo lleno de jugosa pulpa chorreante. Mentir es manejar un idioma único, personal e intransferible. La mentira requiere sagacidad e inteligencia, rapidez en el remate. Puede ser ardua, pero siempre atractiva, pues permite escoger entre las distintas posibilidades colgadas del limbo de las incertidumbres.