martes, 28 de abril de 2015


Reseña de Haydee Vargas sobre la antología poética "Ávida vida" 


ÁVIDA VIDA y las cuestiones del corazón

Sin temor a exagerar, la castellana Maribel Montero lleva poesía en sus venas, porque la poesía no circula sólo en su libro de poemas Ávida vida, sino también en su novela Los tulipanes son un buen comienzo. Al leerla nos convencemos inmediatamente de su pasión por el juego creativo. Ella es maestra en el tejido del texto poético y narrativo. Cincela la materia literaria para moldearla en una exquisita obra de arte.
Su primer poemario Ávida vida presentado el pasado 15 de abril en el Ateneo de Barcelona, es un libro compuesto por 62 poemas y organizado en dos partes: Unidad de cardio y Terapias alternativas. Títulos aparentemente científicos pero dirigidos al corazón de los sentimientos. En unidad de cardio se considera los daños; y, Terapias alternativas sugiere, como lo dice el título, los posibles tratamientos con reflexiones oportunas.
El poema Pertinente de la primera parte dice: “De este asombrado destrozo/ que eligió la aurícula izquierda como almacén de residuos/ rescataré al menos un par de recuerdos;/ la frágil vajilla de besos embalada en la última mudanza/ … el corazón es ahora una cámara oscura/ donde se revelan carretes de otros tiempos”.  Ese órgano y motor de nuestra vida se transforma en un espacio donde se almacenan recuerdos, a donde volvemos continuamente para encontrar las razones que necesitamos.
La autora versa sentimientos encontrados, cuestiona sobre la vida intentando dar una explicación a los múltiples desconciertos: “Verás querido Dios yo no te pedí nacer/… tenemos un pleito pendiente/ y entretanto, te exijo que me mandes risas/  y derrames sobre mí tu bondad…”. Sale de la turbulencia de sentimientos, hace un balance y surge  renovada y consciente para transmitir esa emoción idea que nos convoca a través de las imágenes visuales: “La cuestión es mutar/ de gusano en mariposa/ y avivar la llama de la vela…”.
Los versos de Maribel denotan perfección, tienen la dirección correcta, van hacia el motor donde se  anidan y nacen los eternos sentimientos. La autora de Ávida vida se mueve con la pericia de los grandes, dando al conjunto un sentido único y a la vez multiplicado en variadas concepciones: “Hay faros que rompen el corazón de las tinieblas/ y alientan auroras imposibles…”.
Si su libro evoca emociones sutiles y nos sumerge en el ritmo de sístole y diástole del corazón humano, de alguna manera nos conduce a la superficie de los pensamientos sencillos y transparentes compatibles con la sensibilidad de los ávidos de poesía, porque su temática universal, como la naturaleza humana, se remonta a los clásicos de la literatura; y, ha continuado en la producción de todos los tiempos y será siempre la materia prima de los poetas, mientras exista poesía.
La poeta Maribel Montero vive en Pineda de Mar dedicada enteramente al arte y dirige el Taller Laberinto de papel. Es una mujer sensible. Su voz en Ávida vida, apegada al yo, toca la raíz de los sentimientos que nacen en poesía. Su escritura se asienta en la estructura del conocimiento literario; pero, al mismo tiempo, surge con el torrente del río que canta como sólo ella sabe hacerlo.
“La última batalla la libraste sola
los demás
cabisbajos
sólo pudimos decir amén
ante el misterio”.


Haydee Nilda Vargas (Hanivar)



sábado, 18 de abril de 2015

Memoria y olvido.

¡Ojalá no pierda nunca la memoria, ojalá no tenga mala memoria para los buenos recuerdos!

La memoria es una flecha que recorre veloz el tiempo. Y lo hace hacia atrás, como si buscara la semilla que propició la cosecha. Cuando la flecha hace diana, el tiempo se detiene. No deseamos nada más; con disponer de ese tiempo conquistado es suficiente. Tener tiempo para gastar sin tino es más de lo que muchos pueden desear.
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Cuando monto en bicicleta me siento tan libre, que no puedo evitar tener remordimientos ¿Qué esta pasando? ¿ Me falta el casco, vulnero alguna norma de tráfico, me falta el cinturón.... el cinturón que aprieta y asegura? Sé entonces que la libertad es como el sudor limpio que se desprende de mis poros, es el suave cansancio que relaja y te hace sentir el cuerpo como una central de energía recargable. 
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Algunas arrugas de mi cara  son heridas que se abrieron como rosas escarchadas en noches de insomnio
o en días de alegría desbordante.
No plancharé mis arrugas, las exhibiré sin tapujos como testimonio de una vida intensa
porque no soy estatua que permanece impasible al dolor
a la belleza
al acoso del viento del norte.
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A veces siento la tentación irresistible de imitar. No es envidia, es necesidad de conocer otro yo posible.