domingo, 7 de septiembre de 2014

Defensa de la poesía



A veces creo que carezco de sentido del ridículo
al escribir poesía
que soy antigua como una estufa
que tengo modales de gata
 y muchas tareas por cumplir
montañas y montañas de anocheceres
para declararme insumisa
y cantar como el pájaro de Emily Dickinson
que prefería volar sin argumento.

jueves, 24 de abril de 2014



                                           Anillos de boda.
                    Los dedos han adelgazado estos días
desnutridos por la falta de caricias
                  asomados a los anillos como los suicidas a los puentes.
Mas esa inquietud que arrecia

como un ladrido de libertad
                no cabe en el anillo de boda
no cabe en la fecha del revés
grabada a la hora de los joyeros
a la hora redonda de los astros.
                Miro tu dedo adelgazado
desposándose como un obelisco con su plaza
                                               y es tarde para dar de comer
a las mariposas del estómago
es pronto para los ciervos sorprendidos.


sábado, 15 de marzo de 2014








En el peor de los casos
En el peor de los casos
si amaste y no te amaron
al escuchar a Leonard Cohen
siempre podrás decir:
yo estuve con los pies colgando
aferrada a un hilito de esperanza
y me salvó tu voz, turbia y con nudos
Leonardo Cohen
me curó de la resaca
que deja el amor cuando se pudre.

(Imagen obtenida de internet)

martes, 28 de enero de 2014

Sobre vuelos y destinos

Hacer de cada pequeño inconveniente un pequeño drama se está convirtiendo en una costumbre muy poco o nada recomendable. Con los sensores funcionando al máximo para detectar anomalías se pasan de largo algunos detalles positivos, sencillamente porque estabas ocupado compadeciéndote, quejándote de tu mala suerte.
Hoy estuve a punto de perder un vuelo desde Londres y de pronto el día apareció ante mí como un viacrucis: todas y cada una de sus horas encajaban como piezas ensambladas perfectamente a condición de que cogiera ese avión. Pero una serie de contratiempos estuvieron a punto de dejarme en tierra. Y hubo un momento en el que flaqueé, perdida en mitad de aquella sala laberíntica del aeropuerto, con paneles que señalaban confusas salidas y entradas, un momento en el que me pareció que todo se confabulaba contra mí, como si las leyes o el caos que rigen el mundo no tuvieran nada más interesante que hacer que amargarme la existencia.
Pero siempre, vayas donde vayas, hay buenas personas, pensaba mientras corría por los largos pasillos del aeropuerto de Gatwick. Y desde luego que las había, que las hay. Alguien hizo una llamada y pude tomar por fin ese vuelo; el pequeño drama que sólo existió en mi cabeza se diluyó entre las nubes de aquel cielo que casi podía tocar con mis manos. Quién sabe: tal vez todo ocurrió para mostrarme que no puedo estar enfadada con el mundo ni llevar puesta la arruga del entrecejo, porque tengo mucha suerte, pese a todo. Y lo que es mejor, para enseñarme que los sensores también sirven para detectar esos momentos amables, y para volar con confianza y con mis propias alas.
¿Tiene esto algo que ver con el destino?
Tal vez. El destino es incontrolable, y lo único que podemos hacer es dejarnos llevar.


lunes, 20 de enero de 2014

Espuma fugaz (III)

Ni tener tanto que por cuidarlo te descuides, ni tan poco que por lograrlo te malogres.

Espuma fugaz (II)

Me gustaría darme de baja de este lugar
en el que los derechos se han convertido en utopías
y los deberes
en sutil tortura o en sadismo enmascarado.