Intimidad
Como
las cerillas, ardemos
y
es para siempre;
desatamos
el luto hasta consumirnos
en
la voluptuosa llama que interroga y asciende;
ya
fui entregada a mi destino
por
eso la audacia
de
amar a un hombre que me esquiva.
La
certeza de la muerte causa estragos.
Degustamos
las alas de una vida pequeña
profanando
su misterio
con
un gozo íntimo
con
un sorbo profundo de carne.
Y
el aire que nos avivó nos apaga.
Rompimos
el jarrón, la vida aplazada de la hortensia,
el agua se nos fue de las manos.
Todo
hablaba del cieno en las manzanas caídas
y
del cristal que calibra el alcance de la devastación.
La
certeza de la muerte causa estragos
Sé
que arderé como cerilla, mas el deseo sigue intacto
el
deseo tiene el color de las entrañas vivas
y
lo vivo deja buen sabor de boca.
Pienso
en la prisión y dibujo una llave
(tal
vez no es la llave que abre y cierra este interludio
un ancla con fe en un mar que zozobra)
Hubiera
deseado nacer en otra época
escuchar
la canción del agua sin prisas
una
conversación interminable, lánguida, una salmodia
de
suspiros, el temblor nítido de los espejos
en
el fluir de la corriente.
Ya mi cera arde sin descanso.
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