Calma
meticulosa
Hay
instantes de dominio telúrico en los cielos faustos
y
en los ríos lisonjeros. Encajes en los fresnos y bondad en los
trigales.
Las
últimas tinieblas se dispersan en el retablo del amanecer.
La
sangre se purifica en el bautismo de luz.
Toda
piedra, todo cambio en el aire, cada brizna de yerba es la puerta
a
los jardines del alma.
Las
vastas construcciones de los siglos vibran en mi silencio
como
piedra en el estanque.
Prados
serenos, fuentes como relámpagos que hacen camino.
Gredos
es una dama que despierta de su sueño en primavera.
Las
nubes audaces borran la nieve de su rostro
como
húmedas servilletas.
Calma
meticulosa, encantamiento de balcón
a
los cuatro vientos. La paradoja de los caballos pastando
estáticos,
profetas de la libertad.
Los
ojos van y vienen con su hélice de asombros
en
el azul profundo y en la orquesta de ecos verdes
lejana;
los
ojos reconstruyen la casa con chimenea
al
fondo del valle. Caen velos, crecen alas
en
los pies, secretas semillas germinan en pliegues insólitos.
El
tiempo extenderá sus ramas, apreciaremos su sombra en nosotros.
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