Siglos de pasión
Los hombres son débiles
como gallos roncos le cantan
al alba inexpresivo.
¡Mirad, mirad cómo desfilan nuestros
padres
digiriendo las piedras duras de una
esclavitud resplandeciente!
Con cetmes, con el calambre retardado
que espolea
al gallo ronco,
abrazando la bandera desteñida
con asombro de pergamino aterciopelado.
Los dientes debutantes se exponen a los
cuatro vientos
a la vibración del aire enfermizo.
Las líneas opresoras del silencio se
entrecruzan ásperas
en los cascos, flores violentas exhalan
suspiros.
¡Cuántas catástrofes parecen
casuales!
Pero mirad los soldaditos lanzados como
gallos roncos
al campo del honor
sublimado el deseo de matar
por la cándida pasión, la grandeza
del relato involuntario.
¿Se detendrán sus pechos de bravura
astringente,
o alcanzados por la euforia de una
repetición desmemoriada
seguirán a la intemperie de una
ausencia?
El cortejo avanza con la pulcritud del
caracol
en geométricas composiciones que
señalan horizontes púrpura
en el alba inexpresivo.
(En copa de oro se beben las lágrimas)
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