domingo, 18 de diciembre de 2016




Construyendo catedrales

Nueve de cada diez esperanzas son baldías
somos hijos de Edith, somos estatuas de sal
y romper el molde nos deshace.
La esperanza entonces es una catástrofe útil atrae como un sol violento
en el horizonte de los ojos.
Antes que la sal, el agua
se derramó en promesa evanescente.
Ese cabo suelto, ese imán
atrapa a los fanáticos de sinfonías inacabadas
al que perdió el hilo argumental
en el fondo de unos ojos
a los que, velados por resplandores hipnóticos
se delatan cómplices de las hadas.
El cazador de estrellas nunca duerme:
persigue la luz primera
de sus imposibles presas.
Y así hasta exprimir el cardumen trafican con sueños
los constructores de catedrales.


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