Cebos
El mar ruge como un tigre que comió carne con clavos.
Un pescador lanza su caña en el desorden sin amarres.
Huele a podrido, a todos los hombres, a todos los peces
que se cocieron en el hedor insoportable de la muerte.
La vieja satisfacción tensa los hilos, engrasa los anzuelos.
Los anzuelos se lanzan en tres direcciones:
Hambre (de todo tipo)
Fe ciega
Amor propio.
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