Madre-maga
La madre
está aquí
bordando nuestros cielos.
Reparte almíbar para las frágiles encías
de la tarde,
siembra crepúsculos con el naranja suculento
que arde en los cerros.
En el silencio echa redes para atrapar
el nácar de las caracolas.
Está aquí
atendiendo todas las súplicas
que laten bajo las algas espesas,
sellando en dulzura
cicatrices desveladas.
la madre, la que tanto nos amó
emigra como golondrina en busca
de los paisajes púrpura que soñó de niña
y vuelve para abrazarnos
cuando la más oscura de las noches quema
los corazones solitarios.
Ríe con una risa de plata
que acelera el relámpago azul de las campanas.
Nos envía besos del manantial inagotable
de su amor pues nunca están ociosos los labios que besaron.
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