sábado, 20 de octubre de 2018






Agua tranquila

Me incomoda la penumbra, también me siento extraña
en los parques vacíos.
Si puedo elegir, elijo una madrugada,
una calle con árboles, la alegría de los recreos.
Sin violencia de lunas deformadas
nadaré en el sahumerio del incienso fresco;
el canto coral del silencio señalará direcciones
que abrazaré como río.
Fluctuación de pulmones
sabios,
resonancia del acto anterior.
El mundo ya no será un pensamiento gastado.
Ni intolerante. Ni loco.
Todas las palabras graves o superfluas
en conversaciones vacuas ya no tendrán sentido.
Me quedo con la magia, la bondad
del que sin deberme nada, me lo dio todo.
Esto no es un testamento, es más bien el diario
de alguien que en su torpeza necesita pasar a limpio,
filtrar todo el agua y flotar,
y cantar bajo el auspicio de un lucero, o de tu mirada.
Hipnotizada por el movimiento suave de las olas
volveré al agua tranquila.
Será un final de película
como los del del cine Victoria.