lunes, 9 de abril de 2018




Comienza la mañana con un canto

Antes del café,

con el último sueño entre los dientes

renueva tus promesas

como un blues en los párpados

que retozan.


Visita mis neveros

mis volcanes

mi tierra devastada.

Me rompo de cintura para abajo

me hago un nudo o me aferro a mi alma

como al rostro de mi padre.

Todavía el viento hace su trabajo

en las cariátides, todavía la lluvia

meticulosa rellena cisternas de lágrimas.

Comienza la mañana con un canto

que despierte a la niña sin ruido.

Es frágil el andamiaje que tira de mí hacia la luz.

Las nodrizas han dejado este papel de seda

que silba en mis entrañas como un feto

y un vendaje sucio, y un pájaro asistente en la ventana.

Ven y derriba las columnas de este templo de sangre

de este rostro cegado por lirios muertos.

Despediré a las tejedoras de sombras,

haremos un ovillo de caricias

le diremos al sol que nos espere.